miércoles, 19 de diciembre de 2012

Propiedades Profilácticas y Terapéuticas de la Vitamina C III Parte
Por Miguel Leopoldo Alvarado Saldaña


PROFILAXIS CON DOSIS ELEVADAS DE VITAMINA C

Aunque actualmente existe un dominio público y completo sobre el conocimiento de las propiedades de la vitamina C y los flavonoides y se sabe que los cítricos y hortalizas verdes los contienen en cantidades apreciables, paradójicamente, son muy contadas las personas que consumen suficientes cantidades de estos dos nutrientes para mantener en niveles óptimos su salud y prevenir enfermedades.

Existe así, una insuficiencia generalizada de vitamina C, resultado de los criterios oficiales, ya que la OMS y los ministerios de salud de casi todos los países, recomiendan un consumo de entre 30 a 60 miligramos diarios, no obstante la abrumadora acumulación de evidencias científicas que señalan ese rango útil para evitar el escorbuto y la muerte, mas no suficiente para lograr una salud óptima y proteger contra las epidemias modernas.

Como una condición normal, todos los seres humanos sufren alguna modalidad de escorbuto subclínico provocado por una insuficiencia de vitamina C que los predispone a las enfermedades degenerativas y los hace vulnerables frente a las infecciones. Debido a esta condición universal, una ingesta complementaria de vitamina C como medida profiláctica mejoraría casi cualquier función orgánica y fortalecería notablemente la salud; y contribuiría de manera efectiva a prevenir una gran variedad de afecciones, incluyendo infecciones bacteriales, víricas y fúngicas, intoxicaciones por contaminantes químicos artificiales y por metales pesados, artritis, cáncer y enfermedades venosas, vasculares, cardiovasculares y cerebrovasculares.

El consumo complementario cotidiano de vitamina C fortalecería al hombre contra los perniciosos efectos del estrés de la vida moderna y le permitiría tener un mejor rendimiento en todas las actividades humanas incluyendo el trabajo, el estudio y el deporte.

Varios investigadores científicos de renombre consideran que si se aumentase la recomendación de vitamina C a una tasa similar a la hallada en los animales capaces de sintetizarla en su propio organismo, optimizaría la eficiencia metabólica y haría posible mejorar considerablemente la salud pública y el rendimiento en el trabajo en una proporción muy superior a la de los costos que se incurriera con esta medida profiláctica. 

Argumentan que si bien el escorbuto es el resultado de una carencia absoluta de vitamina C, hay otras afecciones más comunes derivadas de una insuficiencia menos severa pero permanente de ácido ascórbico. Desde innumerables trastornos como resfriados frecuentes, encías sangrantes, piorrea, debilitamiento de huesos, articulaciones y debilidad general, hasta enfermedades graves como artritis, vasculopatías, cardiopatías y cánceres parecen tener como causa subyacente y común, una insuficiencia crónica de vitamina C. Un gran número de las enfermedades modernas más frecuentes y comunes, pueden provenir de una insuficiencia de vitamina C, segura Jorge Sintes Pros: “Virtudes Curativas de las Vitaminas”.

El ácido ascórbico (vitamina C) fortalece notablemente el sistema inmune y la barrera de defensa constituida por el cemento intercelular, lo que impide las enfermedades infecciosas, así como la implantación y diseminación de células cancerosas. Aumenta la tolerancia al estrés y a las sustancias tóxicas e incrementa la capacidad y la actividad de desintoxicación del organismo humano ayudándolo a neutralizar y expulsar microorganismos, toxinas y metales pesados. Tiene por si misma propiedades antibióticas pues como ya mencionamos, la vitamina C destruye in Vitro bacilos como el de Koch y atenúa la actividad de varios virus, estreptococos y otros microorganismos. Además, estimula la producción de leucocitos y otros anticuerpos necesarios para combatir infecciones, materias extrañas y células cancerosas.

La vitamina C es igualmente útil en disfunciones del sistema inmunológico como en casos de alergias, asma, atopias, esclerosis múltiple y otras enfermedades autoinmunitarias. Por último, una ingesta complementaria de vitamina C, sería capaz de lentificar y en algunos casos de revertir el envejecimiento secundario debido a factores ambientales; y de incrementar la longevidad asociándola a una esperanza de vida activa de alta calidad.


MECANISMOS BIOQUÍMICOS QUE SUSTENTAN LA PROFILAXIS CON VITAMINA C

La vitamina C es indispensable tanto para la formación de la sustancia fibrilar intercelular en los tejidos de sostén (tejido conjuntivo y conectivo, huesos y cartílagos) como para lograr un mantenimiento y reparación adecuada de esos tejidos. Además, estimula las reacciones de defensa del cuerpo humano, (actividad fagocitaria de los leucocitos, sistema retículo-endotelial, y formación de todos los anticuerpos). Por estimular la producción de tejido conjuntivo, es esencial para que éste adquiera una estructura óptima.

La insuficiencia de vitamina C conduce al debilitamiento general del tejido conectivo y puede ocasionar lesiones que sin desembocar en escorbuto clínicamente diagnosticable, pueden lacerar a todos los tejidos del cuerpo y crear los cimientos para enfermedades graves. Por otra parte, una adecuada ingestión de vitamina C garantiza una óptima producción de colágeno, moléculas de fibra elástica y contribuye al desarrollo de un tejido conjuntivo resistente que fortalece y protege al cuerpo de las enfermedades. La insuficiencia de vitamina C produce alteraciones en los mecanismos de hidroxilación del aminoácido prolina y su conversión en hiroxiprolina, constituyente esencial de las fibras de colágeno, lo que da lugar a la insuficiente formación de colágeno en los tejidos conjuntivos, importante sustancia intercelular de los tejidos de sostén.

Por su capacidad para oxidarse con facilidad y transformarse en ácido dehidroascórbico y de reconvertirse a ácido ascórbico, actúa como mecanismo de oxidorreducción en todos los procesos celulares de oxido-reducción e interviene en la hidroxilación de las hormonas esteroides (sobre todo en la corteza de las glándulas suprarrenales) y de los aminoácidos y, además, los protege de la acción de los radicales libres.

La vitamina C bloquea directamente varios radicales libres tales como componentes del humo y emanaciones de solventes presentes en alimentos, cosméticos y artículos de limpieza. No obstante, su acción más importante puede ser su efecto directo sobre otros antioxidantes. La vitamina C restaura a la enzima Glutatión, a la vitamina C y a la coenzima Q-10. Protegiendo así indirectamente a los tejidos pulmonares de la toxicidad del bióxido de nitrógeno, componente común de las emanaciones de los automóviles.

Por otra parte, la vitamina C juega un papel de vital importancia en el transporte de los iones férricos de la transferrina, proteína plasmática, a la ferritina, proteína que permite el almacenamiento del hierro en la médula ósea, el bazo y el hígado. Este necesario transporte de hierro entre el plasma y los órganos de reserva, es perturbado en los casos de insuficiencia de vitamina C.


LINUS PAULING (QUÍMICO, FÍSICO Y BIÓLOGO MOLECULAR)

Calificado por algunos como “el mejor químico del mundo”, y por otros como el científico más brillante del siglo XX, Linus Pauling trabajó con intensa pasión y originalidad científica en la búsqueda de un mundo y una vida mejor para todos. Fue autor de innumerables investigaciones, textos, artículos y conferencias que revolucionaron el pensamiento científico.

Obtuvo su primer doctorado en 1925 en el California Institute of Technology (CalTech), con mención summa cum laude (el mayor honor); trabajó en el Instituto de Física Teórica que dirigía A. Sommerfeld. Planteó y publicó seis reglas para analizar cristales, en las que se aplican principios de física para entender la estructura de los mineralices cristalinos.

En 1931 Pauling escribió un famoso artículo de 34 páginas publicado en el Journal of the American Society, titulado La naturaleza del enlace químico. Planteó y difundió los principios de la teoría cuántica en los campos de la química clásica.

En 1931, recibió un galardón por la Sociedad Norteamericana de Química en reconocimiento a sus trabajos. Incursionó entonces en su segundo gran campo de actividad científica: la biología molecular, estudiando durante 2 años la naturaleza del enlace químico. Fue entonces elegido director del departamento de química del CalTech. En 1939 publicó su famoso artículo “ La Naturaleza del Enlace Químico”. En 1974 escribió un libro de texto para estudios universitarios titulado: “Química General”.

A partir de entonces se desarrolló en su tercer campo científico: La anemia de células falciformes, demostrando que el origen de la enfermedad se encontraba en la anormal estructura de la molécula de hemoglobina de las personas enfermas.

Más tarde junto con su colaborador R. B Corey, definieron y publicaron la descripción de la estructura helicoloidal de las proteínas, originando una gran ovación de la comunidad científica. Desentrañaron y describieron la estructura del ácido desoxirribonicleico, responsable de la herencia de los seres vivos. Escribió su famoso libro: “La doble hélice”. Proponiendo para esta macromolécula una estructura semejante a la de una cuerda con tres cabos.

Dictando una importante conferencia sobre le hemoglobina en la Universidad de Cornell, Nueva York, recibió la noticia de haber sido reconocido con el premio Nóbel de química por sus descubrimientos acerca del enlace químico y la estructura de las moléculas. Publicó libros como “Ciencia en el mundo Moderno” y “No más Guerras” y en 1962 recibió su segundo premio Nóbel, el de la paz.


INVESTIGACIONES DE PAULING SOBRE LA VITAMINA C

En la cumbre de su fama y reconocido ampliamente en todo el mundo, centró su interés científico en la vitamina C (ácido ascórbico), llegó a la conclusión de que grandes dosis de esta molécula ayudan al cuerpo a prevenir y combatir la gripe y otras enfermedades.

Bajo un revolucionario enfoque desarrolló una nueva cosmovisión médica basada en el paradigma al que llamó Medicina Ortomolecular, concepto que lo llevó a trabajar sobre el metabolismo de los humanos con mucha precisión y a discutir también sobre psiquiatría ortomolecular. Su premisa fundamental fue prevenir y combatir las enfermedades con la administración de cantidades individualmente óptimas de moléculas habitualmente presentes tanto en el cuerpo, como en los alimentos, las cuales forman parte de la maquinaria bioquímica natural del ser humano.

Publicó en 1970 su primera disertación científica al respecto: “Vitamina C, resfriado común y gripe”, poco después en coautoria con Ewan Cameron publicó: “La vitamina C y el cáncer”, alcanzando la suficiente resonancia internacional como para provocar una álgida polémica que conmocionó al mundo médico científico, siendo severamente criticado y atacado por sus teorías.

Pauling había puesto el dedo en la llaga. A partir de entonces, los apoyos oficiales de todo tipo, le fueron negados y retirados. Se convirtió en blanco de virulentos ataques por parte de académicos, burócratas y asociaciones profesionales oficiales.

De ahí en adelante se dedicó a investigar en el campo de la medicina ortomolecular en el Instituto de Ciencias y Medicina Linus Pauling que él fundó junto con otros colaboradores. Profundizó sus investigaciones sobre la utilización de la vitamina C para la cura del cáncer, inmunología y funcionamiento de los anestésicos, entre otros asuntos.

En 1976 publicó junto con Ewan Cameron un estudio realizado en el Hospital Vale of Leven sobre el nivel de supervivencia de 100 pacientes enfermos de cáncer en fase terminal, a los que se les había suministrado vitamina C, en comparación a un grupo testigo de 1000 pacientes en estado terminal similar, tratados por esos mismos médicos, en ese mismo hospital y de la forma idéntica, excepto la administración de vitamina C.

La comprobación fue sorprendente: “Los 100 pacientes tratados con vitamina C vivieron por término medio 300 días más que los otros y vivieron más felices durante esa fase terminal”. Algunos continuaban vivos, tomando diariamente su vitamina C y otros más podrían considerarse como definitivamente curados. Resultado replicado a partir del 1 de enero de 1973 durante 5 años, en el Hospital Fukuoka Torikai de Japón.

Pauling refutó a todos sus detractores y demostró con pruebas fehacientes que utilizaron estudios falseados e incompletos para intentar contradecir los resultados de sus investigaciones.

El interés de Pauling por esta vitamina, fue el factor que más estimuló la investigación científica y clínica al respecto, especialmente sobre su relación con la prevención y el tratamiento de los resfríos y el cáncer. De hecho con sus libros, marcó el inicio de la era de la vitamina C que vivimos actualmente Muy a pesar de la virulenta oposición de las instituciones relacionadas con el cáncer, su utilización como parte del tratamiento se encuentra en expansión.


EWAN CAMERON

Ewan Cameron, cirujano, Jefe del Hospital Vale of Leven de Loch Lomondside (Escocia) y Director Médico del Linus Pauling Institute of Science and Medicine, fue pionero en el tratamiento del cáncer con vitamina C.

Décadas atrás se descubrió que las concentraciones de vitamina C en el plasma sanguíneo y en los leucocitos de los pacientes con cáncer son muy bajas, por eso es muy frecuente que, además, contraigan otras infecciones. “El nivel de ácido ascórbico en los leucocitos de los enfermos de cáncer es generalmente tan bajo que estos no pueden llevar a cabo su importante función fagocitaria, o sea, rodear y digerir micro organismos”. Su experiencia como cirujano le llevó a la conclusión de que debería darle un enfoque distinto a esta enfermedad que tanto sufrimiento estaba causando a la humanad. Se documentó exhaustivamente sobre el tema y esbozó una nueva teoría sobre las causas del cáncer.

En su ensayo “Hyaluronidasa and Cáncer” afirma: “Se podría lograr un control considerable del cáncer reforzando los mecanismos naturales de defensa del cuerpo humano... Como se sabe, los tumores malignos producen una enzima, la hialuronidasa, que ataca los cementos intercelulares de los tejidos, debilitando tanto dicho cemento que facilita la invasión de los tejidos por la neoplasia”.

Cameron buscó durante años alguna sustancia reforzadora del cemento intercelular para reforzar la defensa natural del cuerpo para protegerse de las células malignas. Tras diversos experimentos con hormonas y otras sustancias, encontró que el ascorbato (vitamina C) es la sustancia ideal.

Después de conocer y emplear todas las técnicas tradicionales para tratar el cáncer, experimentó con la administración de elevadas dosis de vitamina C administrada a pacientes con cáncer avanzado. Los pacientes experimentaron una mejoría general y estadísticamente significativa: “mayor bienestar, alivio del dolor, disminución de la ascitis (células que los tumores sueltan, iniciadoras de potenciales nuevos tumores, y, por tanto, agentes de metástasis) y del exudado pleural maligno, alivio de la hematuria, una ligera reversión de la hepatomegalia y de la ictericia malignas, así como una disminución de la actividad maligna”. Los pacientes cancerosos que habían recibido quimioterapia y que recibieron vitamina C, pudieron ver reducidas algunas de las indeseables consecuencias secundarias (náuseas, perdida de cabello)”.

En el Hospital Vale of Leve, donde el doctor Cameron era cirujano asesor de mayor jerarquía, se hicieron varios ensayos controlados. A los pacientes que dependían directamente de él se les administraba ascorbato en dosis elevadas, además de la terapia convencional. El éxito fue rotundo. Incluso los enfermos desahuciados tratados con ascorbato (vitamina C) tuvieron una supervivencia mayor y una mejor calidad de vida. En el Hospital Fukuoka de Tokio se realizaron estudios similares con los mismos resultados. 


TEORÍA UNIFICADA DE LA ENFERMEDAD CARDIACA

Según Linus Pauling, junto con su discípulo Matthias Rath, los factores señalados hasta hoy como responsables de la enfermedad cardiaca pueden ser tan solo una pequeña parte de la causa principal de la ateroesclerosis.

Cuando existe insuficiencia de vitamina C, los vasos sanguíneos se deterioran, se rompen y los fluidos se escapan hacia la piel y los tejidos. Rath y Pauling demostraron que el organismo aumenta la producción de apolipoproteína A y colesterol para tapar las perforaciones y reparar la injuria causada al endotelio vascular ante una insuficiencia de vitamina C. La apolipoproteína A sustituye a la vitamina C en su trabajo consistente en tapar las zonas dañadas de los vasos sanguíneos, las venas y las arterias para evitar la perdida de los fluidos.

Pero, si se genera una cantidad excesiva de lipoproteínas y colesterol, el sobrante se deposita en la pared de los vasos iniciando así un proceso ateroesclerótico que irá aumentando progresivamente toda la vida. Siendo este uno de los principales factores, aunque no el único, responsables de los trastornos cardiovasculares, incluyendo enfermedades coronarias y ataques al corazón.

Rath se percató al revisar un estudio que realizó Pauling, que los animales que fabrican su propia vitamina C generan cantidades muy pequeñas de apolipoproteína A, mientras que los animales que no pueden elaborar la vitamina C, generan cantidades más abundantes de apolipoproteína A.

Pauling, Rath y su equipo de investigadores crearon la teoría que postula que cuando nuestros antepasados perdieron la capacidad de producir vitamina C vivían en un ambiente tropical. Y luego, para sobrevivir durante las continuas épocas glaciales sin morir de escorbuto y el consecuente derrame vascular que se produce en los vasos sanguíneos cuyas membranas se encuentran bajo fuerte presión, tuvieron que desarrollar un mecanismo alternativo al de la vitamina C, para reparar los daños al endotelio.

La teoría de Pauling y Rath, estipula que los mamíferos que no pueden fabricar su propia vitamina C como los primates, los murciélagos y el ser humano sobrevivieron a la insuficiencia de vitamina C durante las épocas glaciares desarrollando la capacidad de depositar en los lugares dañados del endotelio vascular: fibrinógeno y apoproteína, reparando las rupturas. Las apoproteínas tienen una alta afinidad natural a las grasas y se transforman en apolipoproteína A (apoA). Funcionan como un parche que impide que los vasos sanguíneos dañados se derramen, se produzca hemorragia y se pueda sobrevivir durante los periodos de carencia de vitamina C.

Los mismos mamíferos que no pueden sintetizar vitamina C, son los únicos que elaboran apolipoproteína A en su sangre.

No obstante, cuando esto sucede, también aumentan la posibilidad de sufrir enfermedad cardiaca al aumentar la concentración de depósitos lipídicos en las paredes arteriales. De todos los indicadores conocidos el nivel de apolipoproteína A resulta el más preciso indicador de riesgo cardiovascular.

La investigación genética actual sugiere que el desarrollo de la apolipoproteína A fue una respuesta de las especies amenazadas de extinción a causa de los derrames de los vasos sanguíneos por insuficiencia de vitamina C. Siendo esta la forma en que se afrontó la amenaza de muerte que suponía el escorbuto.

La insuficiencia de vitamina C aumenta el colesterol, los triglicéridos, las LDL, las apoproteínas y la lipoproteína A y disminuye las HDL. Por el contrario, si se aumenta el consumo de vitamina C, disminuye el colesterol, las LDL, los triglicéridos, la apoA y aumentan los niveles de HDL.

La investigación sugiere que cuando nuestros antepasados podían tomar suficiente vitamina C durante el verano, se abatían los excesos de colesterol y lipoproteínas en la sangre. Y durante el invierno que escaseaban los alimentos ricos en vitamina C y se producía escorbuto, se aumentaba el colesterol y las lipoproteínas como un recurso para evitar morir por hemorragias.

En diversos estudios se ha corroborado que la vitamina C inhibe la producción excesiva de colesterol y ayuda a convertirlo en bilis. Se ha comprobado que una dosis diaria de por lo menos 500 miligramos, puede dar lugar a una reducción de depósitos ateroescleróticos en un periodo de seis meses. Lo que también explica por qué los ataques al corazón y las apoplejías ocurren con mayor frecuencia durante el invierno, que durante la primavera y el verano, estaciones del año en que la gente aumenta su ingesta de vitamina C, asegura Pauling.

Para probar su teoría, Pauling y Rath realizaron un experimento con un grupo de cerdos de Guinea a los que primero provocaron ateroesclerosis y después suprimieron su ingesta de vitamina C. Ante la ausencia de vitamina C, se les acumularon placas de apolipoproteína A. Cuando se les suministró suficiente vitamina C, no desarrollaron las placas ni sus arterias fueron dañadas.

Si se corrobora con más estudios científicos que la insuficiencia de vitamina C es la causa común de la enfermedad cardiaca humana, la complementación de esta vitamina estaría destinada a convertirse en la medida profiláctica de primera línea y en el tratamiento universal para esta enfermedad.

Pauling y Rath recomiendan ingerir entre 3 y 10 gramos al día y para aquellas personas que padecen enfermedad cardiovascular, recomiendan consumir, además, 3 gamos diarios del aminoácido lisina, combinación que parece revertir la ateroesclerosis. Pauling por su cuenta ingería diariamente 10 gramos de vitamina C. Vivió hasta la edad de 94 años, llevando una vida sumamente activa, productiva y satisfactoria.

Pauling, L R. Y Rath, M., “A unified theory of human cardiovascular disease leading the way to the abolition of this disease as a cause for human mortality”. J. Ortomolecular Med. Vol. 7:1, pp 5-12 (1992).


APOLIPOPROTEÍNA A

Aunque la apolipoproteína A puede salvarnos de morir de escorbuto y lesiones al endotelio vascular, una insuficiencia crónica y moderada de vitamina C y la consecuente síntesis de apolipoproteína A, se convierte en un riesgo muy importante para adquirir enfermedades vasculares y cardiacas.

Por encima del colesterol total, los triglicéridos y los demás lipoproteínas, la apolipoproteína A es uno de los principales factores que pueden desencadenar las enfermedades cardiacas. La apoA, es una proteína sumamente pegajosa que se adhiere al colesterol, a las otras lipoproteínas y al endotelio vascular. Producen Coágulos, trombos y émbolos que bloquean los conductos sanguíneos y obstruyen la circulación de la sangre. Más aun, pueden evitar que el plasminógeno (enzima natural que disuelve los coágulos) se inactive y cese su función, lo cual provoca que los coágulos causen mayores daños y ataques cardiacos.

Un examen sanguíneo puede revelar los niveles de apoA (Lpa). Una lectura de 20 miligramos se considera normal. Un Rango de entre 20 y 30 miligramos se considera el límite. Por encima de 30 miligramos se considera elevado y muy riesgoso. Los factores nutritivos que más contribuyen a elevar los niveles de Lpa, son en primer lugar la insuficiencia de vitamina C y en siguiente lugar la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados de configuración trans, ácidos grasos poliinsaturados parcial o totalmente hidrogenados y carbohidratos refinados (azúcar y harinas).


VITAMINA C Y ARTRITIS

El doctor Bingham especialista en artritis, advierte que la mayor parte de artríticos es deficiente en proteínas y vitamina C. Recomienda a sus pacientes por le menos 2000 miligramos de vitamina C diariamente.

Carlson Wade explica que la vitamina C ayuda a reconstruir los capilares, pequeños vasos sanguíneos que entrecruzan todos los tejidos del cuerpo. A través de las paredes de esos capilares, el oxigeno y los nutrientes son transferidos a las células para nutrirlas y luego a través de ellos son eliminados los desechos.

Se sabe que un sistema capilar sano restaura el metabolismo celular y disminuya la intensidad de la artritis.

La insuficiencia de vitamina C puede causar la degradación capilar en las articulaciones y las reacciones artríticas subsiguientes. Cuando los capilares son reforzados, disminuye la inflamación.

El doctor W. J McCormick afirma en un artículo publicado en Archives of Peidatrics, que el valor de la vitamina C para aliviar la artritis reside en su beneficiosos efecto sobre el cartílago de las articulaciones y el tejido conectivo que las rodea, ya que sin la vitamina C se desintegran. Y prosigue: la función más reconocida de la vitamina C es la de ayudar a la formación del colágeno que sirve para el mantenimiento de la integridad y estabilidad de los tejidos conectivos en general, y eso incluiría huesos, cartílagos, músculos y tejidos vasculares.

En caso de insuficiencia de vitamina C en los discos intervertebrales, los ligamentos, las pequeñas bolsas del interior de las articulaciones, así como del cartílago que ayuda al movimiento articular se produce una gran inestabilidad y fragilidad causada por la degradación del colágeno, sustancia que sirve como cemento intercelular, resultando en la ruptura de todos esos tejidos conectivos. Una deficiencia de vitamina C vuelve las articulaciones y los huesos más vulnerables a las afecciones artríticas. (W. J. McCormick).

Reconociendo que el fallo capilar puede predisponer a la artritis deducir que un suministro óptimo de vitamina C puede además de reforzar los capilares, construir una barrera contra la artritis. La vitamina C ayuda a formar el colágeno necesario para ello. (Carlson Wade).


CATARATAS

La vitamina C s encuentra concentrada en el cristalino de los ojos a un nivel de entre 30 a 50 veces superior que el que se localiza en la sangre que rodea a los ojos. Ejerce una importante acción protectora contra las cataratas.


ESTERILIDAD MASCULINA

Los testículos contienen al menos cincuenta veces más vitamina C que la sangre que los nutre. Se han hecho experimentos y se ha encontrado que una ingesta de 500 miligramos diarios de vitamina C ayudan a lograr una producción normal de esperma y los hombres llegan a recuperar su fertilidad.

GINGIVITIS
Como ya hemos comentado ampliamente, la vitamina C cura el sangrado de las encías y la gingivitis. Se han realizado estudios clínicos administrando 600 miligramos diarios de vitamina C, curando después de algunas semanas las encías sangrantes.


INGESTA ÓPTIMA DE VITAMINA C

30 miligramos diarios de vitamina C suprimen los síntomas de escorbuto. Sin embargo, esta dosis se ha mostrado insuficiente para mantener las reservas completas, combatir los efectos nocivos del estrés, la contaminación, los climas extremos, prevenir las enfermedades, eliminar los metales pesados y neutralizar los nitratos de la dieta, evitando su conversión en nitrosaminas (sustancias cancirogenicas).


Algunos expertos hacen las siguientes recomendaciones
Propósito
Cantidad diaria mínima necesaria en miligramos
Necesidades básicas para
Prevenir el escorbuto
30
Mantener las reservas
100
Combatir los efectos nocivos del tabaco y la contaminación
150
Necesidades extra para
Neutralizar nitratos y otras toxinas
300 a 600
Combatir la tensión
100
Problemas individuales y de encías
500
Combatir efectos del calor, radiación ultravioleta y prevenir cataratas
500
Actividad física y deportes
500
Reducir riesgo de cáncer
380
Incrementar la longevidad
500
Prevenir o revertir la Osteoporosis
500



Sugerencias complementarias
Si se fuma agregar 150 miligramos diarios
Si se come alimentos procesados agregar otros 500 miligramos diarios
Si se tiene estrés emocional o físico superior al acostumbrado, añadir 100 miligramos más
Si se trabaja bajo sol cálido. Agregar 500 miligramos
Si existen antecedentes de cáncer en la familia, agregar 500 miligramos


Luego: se suman a las necesidades básicas, las necesidades extras y las sugerencias complementarias. Con la cifra resultante se cubrirán de acuerdo a la herencia genética, estilo y hábitos de vida, las necesidades aproximadas a las óptimas. Esto cubrirá de manera óptima la necesidad de la mayoría de las personas.

Sin embargo, como veremos a continuación, pueden existir necesidades superiores. Pauling y Rath, recomiendan una ingesta de entre 10 y 30 gramos diarios para personas con cáncer y cardiopatías.


¿CUANTA VITAMINA C NECESITAMOS LOS HUMANOS PARA UNA SALUD ÓPTIMA?

De acuerdo con el principio de Individualidad Bioquímica, la necesidad óptima de vitamina C es distinta para cada persona, y puede oscilar entre 500 a 10,000 miligramos según las últimas investigaciones, en personas enfermas puede ser superior

La mayoría de los animales sintetizan su propia vitamina C. Se ha estudiado y calculado que los animales sintetizan una cantidad proporcional promedio de vitamina C de entre 10 a 20 gramos por cada 70 kilos. Cantidad que producen en su organismo, además de la vitamina C que consumen con su alimentación. Al parecer el rango de necesidad de vitamina C para todo el reino animal incluyendo el hombre, fluctúa entre esos 10 a 20 gramos diarios. Según prestigiados investigadores como Irving Stone, Linus Pauling, Catherine Kousmine, Matthias Rath y Ewan Cameron, entre otros, ese mismo rango de suministro de vitamina C, es el necesario para que el hombre pueda alcanzar una salud óptima y protegerse de las enfermedades de la civilización moderna. Se ha calculado que el mono y el hombre primitivo que habitaban en los trópicos, ingerían 12 gramos de vitamina C con cada 2,500 calorías de alimentos que consumían.

Sin embargo, de acuerdo al principio de Individualidad Bioquímica postulado por Roger Williams, la necesidad diaria de vitamina C es distinta para cada ser humano, la cual depende de dos factores básicos: herencia genética y estado del organismo moldeado por los factores ambientales. Como no existe ningún mecanismo que permita medir la cantidad diaria de vitamina C que el cuerpo humano necesita, tenemos que aprender a interpretar las señales que éste emite. Si tomamos demasiada vitamina C, el organismo reaccionará con una leve diarrea. La razón de ello es que el exceso de vitamina C es excretado, produciendo una rápida evacuación.

Este método sirve para medir la necesidad individual de vitamina C a través de la aplicación de un programa por fases progresivas. Se empieza administrando una dosis moderada para luego ir incrementándola gradualmente en un gramo diario, hasta que se produzca una leve diarrea. Luego se reduce la dosis en uno o dos gramos diarios hasta que la diarrea desaparece. Se llega así a un nivel de saturación en el que se cubre satisfactoriamente la necesidad individual de vitamina C. Esa será la dosis diaria ideal para cada persona en lo individual.

En personas enfermas la necesidad suele incrementarse, el Dr. Cathcart de California demostró que la cantidad de vitamina C que podían asimilar sus pacientes con enfermedades graves antes de sufrir diarrea, era muy superior a la que soportaba el grupo de control de personas sanas. Mientras que en personas sanas bastaba con 8 a 10 gramos al día, los pacientes que sufrían infecciones u otras enfermedades graves podían ingerir fácilmente entre 40 y 60 gramos de vitamina C al día, debido a las mayores necesidades de su cuerpo.

Algunos autores piensan que las tasas de vitamina C halladas en los tejidos de los animales capaces de sintetizarla, serían las deseables para el hombre a fin de tener una eficacia metabólica óptima. Calculan que si se asegurase a la población un aporte abundante de vitamina C, muy superior a la dosis oficial recomendada, sería posible mejorar la salud pública y el rendimiento del trabajo en una proporción muy superior a los costos en se incurriera.

Los efectos secundarios por hipervitaminosis C son desconocidos, pues no existen. La saturación tisular de vitamina C no produce ningún efecto indeseable ni reacción tóxica. (Lowel).

En ocasiones ocurre que ingerida en dosis muy elevadas produce leves trastornos digestivos (diarrea o náusea), insomnio o dolor de cabeza, pero estos problemas son excepcionalmente de corta duración y el excedente eventual es excretado ron rapidez por los riñones. Casi nunca se han observado estos fenómenos de intolerancia. 

El hombre tolera perfectamente la ingesta de 10 a 20 gramos diarios de vitamina C durante años. (Tales cantidades son las que se sintetizan en los animales cuando pueden hacerlo). Las personas enfermas toleran cantidades mucho más elevadas de vitamina C. Por ejemplo un canceroso puede tolerar sin que aparezca en la orina hasta 50 miligramos diarios de vitamina C. Algunos enfermos como los esquizofrénicos, eliminan muy poco ácido ascórbico y necesitan ingerir de20 a 100 gramos diarios para que aparezca en la orina. Los esquizofrénicos mejoran considerablemente su salud física y mental, así como su calidad de vida, consumiendo elevadas cantidades de vitamina C acompañada de vitamina B 3.

Nunca se debe reducir en forma brusca la ingesta de vitamina C. La disminución deberá ser paulatina y gradual.


FUENTES

Es importante no pasar por alto que las fuentes naturales de vitamina C son muy importantes, puesto que proporcionan otros nutrientes y Fitoquímicos que interactúan con la vitamina C fortaleciendo su efecto. Los alimentos naturales, crudos y frescos son fuente de carotenoides, flavonoides y otros fitoquímicos muy imperantes.

Una alimentación compuesta por una generosa cantidad de alimentos naturales, frescos y crudos, puede aportar aproximadamente 100 miligramos de vitamina C (ácido ascórbico), más vitamina C-2 (flavonoides) y una variedad de fitoquímicos. Para completar las necesidades extras, será necesario adquirir un buen complemento de vitamina C, de preferencia en combinación con flavonoides.

Cinco raciones de frutas y verduras al día pueden aportar 100 miligramos de vitamina C. Todas las frutas y las hortalizas son buenas fuentes de vitamina C.

Entre los órganos animales, las cápsulas suprarrenales, el hígado y la hipófisis, contienen cantidades importantes de ácido ascórbico.

La vitamina C natural siempre va acompañada de otras sustancias necesarias para su perfecta asimilación, mientras que el ácido ascórbico sintético es químicamente pero. “Es evidente que la naturaleza hace siempre mejor las cosas que el más calificado de los químicos. Por eso, obtendremos todas las ventajas consumiendo vitaminas naturales en su forma complementos alimentarios, en vez de vitaminas sintéticas”: Jorge Sintes Pros, en Virtudes Curativas de las Vitaminas.

En la práctica nutriterapéutica se emplea a menudo el ácido ascórbico sintético, sin embargo, es mejor el natural y siempre combinado con flavonoides.

LECTURAS COMPLEMENTARIAS


¿POR QUÉ LOS ANIMALES NO SUFREN INFARTO?

El Dr. Matthias Rath realizó una exhaustiva investigación sobre la vitamina C y su relación con la enfermedad cardiaca y el cáncer. Ese libro se puede obtener gratuitamente y bajar de Internet en formato PDF, siendo una lectura complementaria muy recomendable para quien desee ampliar sus estudios sobre la vitamina C. A continuación proporcionamos la dirección de Internet en donde se puede obtener:


JAMES LIND
En más de una oportunidad, la historia del mundo y el destino de las naciones han sido modelados por médicos con gran capacidad de observación y experimentación, que lograron solucionar los problemas de salubridad al dar a conocer las medidas exigidas por las circunstancias.

James Lind, médico escocés, tuvo la ocasión de observar en 1746 y 1747, cómo se desarrollaba con violencia el escorbuto, durante 2 travesías que realizó a bordo del buque Salisbury, las cuales duraron 10 y 11 semanas cada una. En esas oportunidades, el capitán del navío alimentó a los enfermos con provisiones frescas tales como caldos de cordero y aves, no obstante llegaron vivos a puerto 80 marineros de los 350 que se habían afectado.1

En esa época, la dieta del marinero carecía casi por completo de vitaminas, de manera que a las pocas semanas en alta mar, acosado por la fatiga, la humedad, el frío, pocas horas de sueño y la nostalgia, comenzaba a presentar con terrible frecuencia los síntomas del escorbuto y otras enfermedades.

Lind, en uno de sus viajes, comenzó los experimentos cuyos resultados sentaron las pautas para la profilaxis y el tratamiento de esa enfermedad carencial. El 20 de mayo de 1747 recibió, a bordo del Salisbury, 12 enfermos de escorbuto, "... todos tenían las encías podridas, manchas en la piel, lasitud y debilidad de las rodillas y tuvieron la misma dieta: gachas endulza das con azúcar, caldo de cordero, budines, galleta cocida con azúcar, cebada, arroz, pasas, sagú y vino. Dos de estos enfermos recibieron diariamente, de forma extra, un cuarto de galón de sidra tres veces al día, otros dos tomaban 2 cucharadas de vinagre tres veces al día. Dos de los más graves recibían media pinta de agua de mar. Otros 2 recibían 2 naranjas y un limón por día. Dos más recibían 25 gotas tres veces al día de elixir de vitriolo. Los dos enfermos restantes tomaban semilla de nuez moscada tres veces al día y una mezcla de ajo, semilla de mostaza, bálsamo del Perú y resina de mirra...".1

Lind observó que los efectos más repentinos y visiblemente buenos se percibieron con el consumo de naranja y limón, uno de los que lo había tomado estaba en condiciones para el servicio al cabo de 6 días. El otro se recuperó más lentamente y por su mejoría fue nombrado enfermero de los demás.

En el libro que publicó James Lind en 1753, Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto, recalcó que estos experimentos eran una prueba auténtica y notable de la efectividad de los jugos de los cítricos contra esta enfermedad. Sin embargo, fue sólo en 1789 cuando la Marina Inglesa comenzó a tomar medidas en relación con esto.2

El doctor Lind falleció en 1794, los efectos beneficiosos de sus trabajos lo sobrevivieron y ejercieron poderosas influencias sobre el comercio marítimo y la exploración del mundo. (James Lind, vencedor del escorbuto. José Luis Santana Gómez. Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Ciudad de La Habana. Revista Cubana de Medicina General Integral, julio-septiembre, 1995).


MANIFESTACIONES CLÍNICAS DEL ESCORBUTO

En el escorbuto severo por carencia de vitamina C se puede observar los siguientes síntomas:

En adultos: Las manifestaciones de la enfermedad consisten en pápulas perifoliculares hiperqueratósicas en las que los pelos se fragmentan y caen; hemorragias perifoliculares; púrpura que se inicia en la parte posterior de las extremidades inferiores y acaba confluyendo y formando equimosis; hemorragias en los músculos de los brazos y las piernas con flebotrombosis secundarias; hemorragias intraarticulares; hemorragias en astilla en los lechos ungueales; afectación de las encías sobre todo en personas con dientes que comprenden hinchazón, friabilidad, hemorragias, infecciones secundarias y aflojamiento de los dientes; incapacidad para cicatrización de las heridas y reapertura de las recientemente cicatrizadas; hemorragias petequiales en las vísceras; y alteraciones emocionales y sicóticas. Pueden producirse síntomas parecidos a los del síndrome de Sjögren. En estadios terminales son frecuentes la ictericia, edema, fiebre y pueden producirse súbitamente convulsiones, shock y muerte.

En la lactancia y la infancia: Se producen hemorragias en el periostio de los huesos largos con hinchazones dolorosas y puede dar lugar a una separación epifisaria. El esternón puede hundirse dejando una elevación marcada de los márgenes costales (rosario escorbútico). En la piel aparecen púrpura y equimosis, y las lesiones de las encías se producen si han salido los dientes. Las hemorragias retrobulbares, subaracnoideas e intracerebrales culminan rápidamente en la muerte si no se instaura un tratamiento a tiempo.

Indicadores de laboratorio: Es frecuente la anemia normocrómica y normocítica, ocasionada por hemorragias tisulares. La anemia puede ser macrocítica o megaloblástica en la quinta parte de los pacientes. Muchos de los alimentos que contienen vitamina C también contienen folatos y las dietas que provocan escorbuto también pueden inducir el déficit de éstos. Sin embargo, el déficit de ácido ascórbico produce, además, un aumento de la oxidación del ácido formil tetrahidrofólico a metabolitos inactivos de folatos. No se conoce con exactitud si en la patogenia de la anemia interviene también una alteración en la distribución y almacenamiento del hierro. La anemia se corrige con el aporte de vitamina C y con la instauración de una dieta equilibrada.

Diagnóstico del escorbuto: En algunas ocasiones se utiliza la determinación de niveles de ácido ascórbico en las plaquetas para establecer el diagnóstico escorbuto, pues en esta enfermedad su valor suele ser inferior a la cuarta parte de la cifra normal. Los niveles plasmáticos de la vitamina guardan peor correlación con el estado clínico. En los lactantes, las alteraciones radiológicas óseas pueden ser diagnósticas. La bilirrubina se encuentra a menudo elevada. La fragilidad capilar es anormal.

Tratamiento del escorbuto: El escorbuto puede ser mortal. Si se sospecha este diagnóstico debe extraerse una muestra de sangre e instaurar rápidamente un tratamiento con ácido ascórbico. Las dosis habituales en los adultos son de 100 mg tres a cinco veces al día por vía oral hasta que se hayan administrado 4 gramos , siguiendo después con 100 mg/día. En los lactantes y niños pequeños, la posología adecuada es de 10 a 25 mg tres veces al día. A la vez se establece una dieta rica en vitamina C. Las hemorragias espontáneas suelen cesar en 24 horas, los dolores musculares y óseos ceden con rapidez, y las encías comienzan a curar en dos a tres días. Incluso los grandes hematomas o equimosis regresan en diez a doce días, aunque las alteraciones pigmentarias en las zonas de grandes hemorragias pueden persistir durante meses. La bilirrubina sérica se normaliza en tres a cinco días y la anemia se suele corregir en dos a cuatro semanas.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
  1. Roger Williams. Biochemical Individuality: The Basis for the Genetotrophic Concept. 1956, 1963 (soft cover), John Wiley & Sons. 1969 (soft cover), Univ. of Texas Press (7th printing, 1979). 1998 (soft cover), Keats Publishing, with new Introduction by Jeffrey Bland, new Afterward by Donald R. Davis, 1988 In Memoriam by Donald R. Davis, and expanded index. Translated into Russian 1960, Italian 1964, and Polish 1969. http://www.cm.utexas.edu/williams/ http://www.cm.utexas.edu/williams/inmem.htm
  2. Linus Pauling. Vitamina C, Resfriado común y gripe. Madrid. Editorial AC. 1980.
  3. Ewan Cameron & Linus Pauling. Cancer and Vitamin C. Philadelphia. 1993. 
  4. Jeffry Bland, Ph.D.. “Vitamin C the Future is Now. C Metabolites, Thereon ate, and the power of Ester-C”. Health Comm International, Inc. 1995.
  5. Abraham Hoffer & Morton Walker. La Nutrición Ortomolecular. Barcelona. Editorial Obelisco. 1998.
  6. Dr. Matthias Rath. “Avance de la investigación celular en la lucha contra el cáncer”. MR Publishers. Holanda. 1999.
  7. Thomas E. Levy, MD, Jd. “Vitamin C, Infectious Diseases, & Toxins. Curing the Incurable. With over 1,200 scientific references”. 2002.
  8. Dr. Matthias Rath. “Por qué los animales no sufren infarto… Y los hombres sí. Prevención natural de infartos cardiacos, apoplejías, hipertensión, diabetes, elevado nivel de colesterol y otros muchos riesgos cardiovasculares”. Editado por la Fundación de Salud del Dr. Rath. 2003.
  9. Roger J. Williams, Ph.D. Biochemical Individuality. “The Basis for the Genetotrophic Concept”. 1958. Reimpreso por The University of Texas at Austin. 1998.
  10. Lind J. Una investigación sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto. En: Buck C. Alvaro LI, Najera E, Milton T. El desafío de la epidemiología: problemas y lecturas seleccionadas. Washington; OPS, 1988:20-4
  11. Buck C, Alvaro LI, Najera E, Milton T. El desafío de la epidemiología: problemas y lecturas seleccionadas. Washington; OPS,1980:13.
  12. Dr. José Luis Santana Gómez. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas. Calle E No. 452 entre 19 y 21, El Vedado, Ciudad de La Habana , Cuba. Recibido: 13 de diciembre de 1994. Aprobado: 8 de febrero de 1995.
  13. ames Lind, vencedor del escorbuto. José Luis Santana Gómez. Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Ciudad de La Habana. Revista Cubana de Medicina General Integral, julio-septiembre, 1995
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